Después de haber leído la noticia, que ya le está dando la vuelta al mundo, de la acreditación legal del maíz transgénico en México, he platicado con amigos y profesionales, tanto locales como extranjeros, para entender bien los pros y contras. Este artículo es exclusivamente para hablar del maíz.
Investigando encontré que los transgénicos tienen una mayor productividad, resisten mejor las enfermedades, son más fáciles de plantar y crecen en mayor tamaño, pero como dice Rick Bayless: <<Algunas veces ha resultado ser que la ciega persecución por una mayor productividad no ha sido la decisión más sabia.>>
¿Qué tanto sacrificaremos por una mayor productividad o «beneficio» o porque el maíz se vea más bonito?
México es uno de los países que tiene mayor exportación de maíz y de variedad en el planeta con más de 200 especies, de las cuales 61 son nativas de nuestro país.
Con el tiempo, la plantación de maíz transgénico contaminará a todas esas especies y acabaremos teniendo un maíz genérico, terminando así con una gama increíblemente extensa que ha evolucionado y se ha adaptado a través de cientos de años.
Que quede claro que estamos hablando del ingrediente más importante y emblemático de nuestro México: una planta que nos identifica a los mexicanos y que es la base de nuestra gastronomía; que hace unos años fue nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Sembrar maíz transgénico sería un gran retroceso en el avance cultural, social y gastronómico de nuestro país.
¿Qué tan grave es, que algunos extranjeros llaman a esta acción una de “crueldad inmensurable”?
México es un país que tiene una biodiversidad impresionante, donde podemos hacer crecer lo que sea, donde nuestra tierra nos da productos increíbles gracias a nuestros diversos climas, a nuestra tierra, a las manos de nuestra gente. Nuestra tierra es lo que nos ha dado una diversidad que es nuestra riqueza, ¿acaso queremos que una de nuestras plantas más diversas y significativas se hunda en la homogeneidad fría de un maíz manufacturado? Que sí, dará mayor productividad, pero al mismo tiempo extinguirá el corazón de nuestra cultura.
No estoy en contra de los transgénicos, tiene sus avances y con la dirección correcta podría tener algunas sorpresas agradables, pero específicamente sembrar maíz manufacturado en la tierra donde nació, en la tierra donde se da por sí solo, donde se ha desarrollado toda su vida, donde ha evolucionado por cientos de años que es tan importante para nuestra cultura, con el riesgo de contaminar y dañar a todas las especies que nuestra tierra nos ha brindado, es una aberración.
Rick Bayless comenta: <<Hasta que alguien me ofrezca un OGM con la maravillosa riqueza de una bolita de Michoacán o las notas anuezadas de un tuxpeño de Oaxaca, creo que ese maíz no tiene nada que ofrecer>>.
Por otro lado, no está comprobado que los transgénicos hagan daño a la salud, así como tampoco está comprobado que no lo hacen, lo único que se podría pedir es que se investigue más hasta que se esté completamente seguro de que estos alimentos son cien por ciento saludables para la tierra, el organismo ecológico y la salud humana, tomando en cuenta que hay demasiados factores y variables (reacciones o cambios en la tierra, fauna benéfica, toxinas Bt, etc.), y siendo los transgénicos una técnica reciente, se sabe que es inestable, no se sabe aún como reaccionaría (por obvias razones no ha sido puesto a prueba) con el tiempo y la evolución natural.
Así como tomar en cuenta las posibles reacciones colaterales como insectos resistentes a las toxinas Bt (endotoxinas de una bacteria denominada Bacillus thuringienesis para combatir plagas), o que la resistencia a la ampicilina del maíz Bt pueda ser transferida a organismos patógenos, aumentando los problemas de salud pública derivados del aumento de resistencia de determinadas bacterias a los antibióticos.
Las semillas han dejado de ser un bien común para convertirse en “propiedad intelectual” de empresas transnacionales. Como dice la carta del Colectivo Mexicano de Cocina: el campo de las patentes se ha venido ampliando más allá de los procesos tecnológicos para incluir a los seres vivos. Así, dejando mal parados a los agricultores y productores con respecto a estas grandes empresas.
Se ha venido perdiendo la sensibilidad para enfocarse en llenarse las carteras, si se va a hacer un avance tecnológico tiene que ir de la mano con su lado humano respectivo. No podemos solamente hacer avances sin pensar en todas las repercusiones que hay o podría haber.
Maíz transgénico en México, un avance tecnológico con un retroceso humano.